Muchas veces en la vida nos aferramos a aquello que nos hace feliz o que nos hace daño. Consideramos que eso es importante, que nos mantiene "vivos". Aldana llevaba cuatro años aferrándose a los recuerdos con la idea de que esa era la manera correcta de vivir, haciendo presente al pasado y el dolor que este representaba. La muerte de su primer y único amor, Sebastian, ella quedó destrozada y esa fue su manera de seguir adelante. Pero sin que ella misma se percate, un desconocido le enseñara que no hacen falta ojos para ver y volver a amar, sino corazón.